JESUCRISTO      EL SANADOR
Sermón    predicado por El Evangelista T.L. Osborn en el Estadio `Las Casas "San    Juan, Puerto Rico.(Tomado    Taquigráficamente) y posteriormente publicado en "Jesucristo el    Sanador" Ed. CLC.
Buenas    noches a todos. Estamos de nuevo aquí esta noche para declarar las promesas    de Dios y para esforzarnos en ayudar a aquellos de vosotros que creéis    en estas promesas que están manifestadas en la Biblia. La Biblia es un    registro de las promesas de Dios para el hombre y de las condiciones bajo las    cuales El ha de cumplirlas. Amo la Biblia. Amo el Plan de Dios.
Predicando    ... Sanando
En Mateo    4:23-24, la Biblia dice esto: "Y recorrió Jesús toda Galilea,    enseñando en las sinagogas de ellos, y PREDICANDO el evangelio del reino,    y SANANDO toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió    su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias,    los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos    y paralíticos, y los sanó".
Jesús    siempre predicaba y enseñaba, predicaba y enseñaba, predicaba    y enseñaba, y luego sanaba a sus enfermos. Pero siempre predicaba primero.    Eso es lo que yo estoy haciendo en esta noche.
Alguna    gente tiene la idea que Jesús meramente sanaba a cualquier persona que    estuviera enferma dondequiera que la encontrara. El sanaba a aquellos que le    seguían y creían sus palabras. Y aún sana El a aquellos    que le siguen y creen Su Palabra.
El predicó    y enseñó en la sinagoga, entonces sanó a los enfermos y    a los poseídos de demonios. El no ha cambiado.
Repetidamente    la Biblia dice que grandes multitudes seguían a Jesús y El tenía    compasión de ellos y sanaba a sus enfermos. Todavía El lo hace.
Precisamente    anoche, aquí mismo en el auditorio, tres enfermos mentales fueron completamente    restablecidos por el poder de Dios. Creo que si cien lunáticos fueran    traídos a la campaña, Dios desearía sanar a cada uno de    ellos. Si mil pacientes de cáncer fueran traídos a las reuniones,    Dios sanaría a cada uno de ellos si pudiera obtener la cooperación    apropiada.
Busquen    el capítulo ocho (8) de San Mateo. Deseo que ustedes vean todo lo que    este capítulo dice sobre sanidad solamente. Noten en cuantos sitios diferentes    vemos a Jesús, y en cada lugar que le vemos está bendiciendo y    sanando a los enfermos. El no ha cambiado.
Sanando    en Todas Partes
Versículo    1: "Y como descendió del monte, le seguía mucha gente. Y    he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo:    Señor, si quieres, puedes limpiarme". Y Jesús sanó    al leproso.
Versículo 5: "Y entrando Jesús en Capernaum, vino a El un    centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está    postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado". Y Jesús    sanó a su siervo.
Versículo 14: "Y vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra    de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre    la dejó".
Versículo 16: "Y cuando llegó la noche, trajeron a El muchos    endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó    a todos los enfermos".
Versículo 28: "Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra    de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían    de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar    por aquel camino". Y Jesús echó fuera los demonios y los    hombres recobraron su normalidad.
Capítulo 9:1: "Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó    al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico,    tendido sobre una cama"; Y Jesús sanó al hombre completamente.
Versículo 18: "Mientras El les decía estas cosas, vino un    hombre principal y se postró ante El, diciendo: Mi hija acaba de morir;    mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Y se levantó Jesús,    y le siguió" yendo hacia su casa para sanar la niña.
Versículo 20: "Y mientras iba a sanar a la niña, he aquí    una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se    le acercó por detrás y tocó el borde de su manto";    y Jesús la sanó.
Versículo 27: Pasando Jesús de allí, (de la casa en donde    había resucitado a la niña muerta), le siguieron dos ciegos, dando    voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!".    Y Jesús tocó sus ojos y fueron sanados.
Versículo 32: —mientras salían ellos, he aquí, le    trajeron un mudo, endemoniado", y Jesús libertó al hombre.
Versículo 35: "Recorría Jesús todas las ciudades y    aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio    del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo".
En todas    partes, Jesús estaba predicando el evangelio y sanando los enfermos.    Donde quiera que usted ve a Jesús, está sanando a los enfermos.    Siempre predicando. Siempre sanando.
El resultado    fue, que en todo lugar donde la gente oyó que El estaba, "recorriendo    toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en    lechos a donde oían que estaba, y a dondequiera que entraba, en aldeas,    o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos,    y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le    tocaban quedaban sanos" (Mr. 6:55-56).
Mateo    12:9: "Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. Y he aquí    había allí uno que tenía seca una mano"; y Jesús    le ordenó extenderla y ser sanado.
Versículo 14: "Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús    para destruirle", pero mientras estaban conspirando para matarle, "Sabiendo    esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha    gente, y sanaba a todos".
Marcos 7:24: "Levantándose de allí, se fue a la región    de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa", una mujer que tenía    una hija poseída de demonios, le hizo presión hasta que sanó    a su hija.
El    Sanador Inmutable
En todas    partes que vemos al Maestro, El estaba siempre sanando a los enfermos, ya en    las calles o en los mercados; ya en las riberas del mar o en las sinagogas;    ya en el campo o en las ciudades y aldeas; por todas partes estaba El sanando    los enfermos. Su gran compasión y amor por los enfermos nunca le permitiría    pasar por alto el clamor del necesitado. Y la Biblia claramente declara: "Jesucristo    es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos", (Hebreos 13:8).
Si    Cristo Viniera a Esta Ciudad
Jesús    sanó siempre a los enfermos. Si El, en persona, estuviera aquí    hoy, ¿qué cree usted que El haría? Sanaría a los    enfermos.
Si Cristo viniera a esta gran ciudad para conducir
una campaña, ¿ignoraría los lamentos de aquellos que sufren    por causa de enfermedad? ¡No! Sanaría a los enfermos.
Y nosotros somos sus representantes. Se sapone que actuemos como El lo hizo.    Como un ministro del Evangelio y como un discípulo de Cristo, soy responsable    de ministrar a los enfermos. Esa no es necesariamente mi elección, pero    es mi responsabilidad.
No tenemos derecho a decir: "Me siento particularmente atraído a    esta fase del ministerio". Si predicamos el Evangelio, somos responsables    de predicar la Sanidad Divina, porque eso es parte del Evangelio. Jesús    me dijo, y así también a cada uno de Sus discípulos: "El    que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también    ... porque yo voy al Padre", (Juan 14:12).
Si El viniera aquí personalmente a celebrar una campaña, sanaría    a los enfermos, y El dijo: "Como Tú me enviaste al mundo, también    los he enviado al mundo" (Juan 17:18). Esto lo dijo El a todos los que    le seguían de cerca.
Representantes    de Cristo
Somos    los representantes de Cristo. Somos Sus seguidores. Somos Sus embajadores. Tenemos    que traerle ante ustedes. Tenemos que actuar representativamente en Su Nombre.    Por tanto, en esta campaña estamos orando por los enfermos, y la gente    está viniendo a recibir Sus bendiciones. El está aquí esta    noche, no en forma física, pero sí de modo espiritual. El está    aquí en Espíritu y en Verdad. En esa capacidad, El está    aquí con el mismo poder y autoridad que tendría si estuviera aquí    en forma física. El está aquí en la Persona de Su Palabra,    y en la Persona de Su Espíritu. Si creemos Su Palabra, es igual a tenerlo    a El presente en persona. Cuando nosotros actuamos basados en Su Palabra escrita,    estamos haciendo lo mismo que los discípulos cuando actuaban conforme    a Su Palabra hablada.
Durante    siete años prediqué el Evangelio de perdón sin declarar    los beneficios de la sanidad para el cuerpo. Hubo unos pocos convertidos por    los cuales estoy profundamente agradecido. Un alma es digna de toda una vida    de ministerio. Pero desde que he estado predicando los beneficios de la sanidad    conjuntamente con los beneficios del perdón (Salmo 103:3), he visto más    almas convertidas en una sola noche, que las que vi convertirse anteriormente    durante los siete años combinados de mi ministerio sin predicación    de sanidad divina.
Por    Qué Las Multitudes
CRISTO    ofreció los beneficios físicos de Su Padre a la gente y la Biblia    dice: "Y le seguía gran multitud, porque veían las señales    que hacia en los enfermos" (Juan 6:2). Si Cristo no hubiera ministrado    a los enfermos, las multitudes no le hubieran seguido. Y si nosotros no ministramos    a los enfermos, las multitudes no vendrán a nosotros para oir la Palabra    de Dios que les es enseñada.
PEDRO    predicó y practicó los beneficios físicos ofrecidos por    Cristo, y el resultado fue que "tanto que sacaban los enfermos á    las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro,    á lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades    vecinas muchos venían á Jerusalén, trayendo enfermos y    atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados", (Hechos    5:15-16).
FELIPE    predicó los beneficios de la sanidad a la gente de Samaria, y todos los    habitantes de esa ciudad "Y la gente, unánime, escuchaba atentamente    las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.    Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían    éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;    así que había gran gozo en aquella ciudad". (Hechos 8:6-8).
La gente    seguía a Cristo, Pedro, Esteban, Felipe, Pablo, Byrum, Wigglesworth,    McPherson, Ritchie, Dowie, y aún a Osborn -¿por qué?- Por    los milagros que ellos vieron efectuados en aquellos que estaban enfermos.
Desde    luego, la sanidad del cuerpo no es la parte más importante del Evangelio,    pero estoy indicando claramente que, como estos otros hombres lo experimentaron,    así también en mi propio ministerio, por medio de la predicación    de todos los beneficios del Calvario para el cuerpo y el alma, he podido llevar    más almas a Cristo en una sóla noche, que las que pude llevar    a El durante siete años, sin predicar acerca de los beneficios para el    cuerpo.
Ministerio    de Sanidad
Por cuanto    el ministerio de sanidad es parte de la Biblia, somos responsables de predicar    esa parte de la Biblia, y si usted está dispuesto a hacerlo, esta multitud    presente en esta noche es el resultado. Millares están reunidos aquí    para escuchar el Evangelio de Cristo. Es un buen resultado. Estamos viendo centenares    de personas salvarse aquí, noche tras noche, porque estamos predicando    la totalidad del Evangelio. Estamos predicando la sanidad de Cristo para el    cuerpo y Su sanidad para el alma.
Si Cristo    sufrió para proveer la sanidad del cuerpo, entonces es nuestra responsabilidad    predicar esa bendición a la gente. El Evangelio de Sanidad debe ser valorado    conforme a lo que le costó a Cristo proveerlo. Si tal precio costó    a Cristo proporcionarnos una bendición semejante, debemos darle a esta    bendición un valor igual al costo de su provisión. Si Cristo no    hubiera sufrido para proveernos sanidad, entonces estaría perfectamente    bien que no mencionáramos esta bendición. Pero por cuanto le costó    tal precio proveer sanidad para nuestros cuerpos, lo menos que podemos hacer,    es hablar a la gente acerca de esta provisión. Y lo menos que usted puede    hacer es creer en esta provisión. Y el resultado es, que usted será    sanado. Eso está sucediento cada noche y sucederá esta noche.    El Evangelio es siempre poder de Dios para aquellos que lo creen. Si usted cree    la Palabra de Dios, será el poder de Dios para usted esta noche.
La sanidad    no es la parte más importante del Evangelio, repito. La parte más    imporante es: "El es quien perdona todas tus iniquidades". Pero El    también es "El que sana todas tus dolencias", por tanto, ¿por    qué no disfrutar de ambas bendiciones? Mientras la sanidad sea parte    del Evangelio, y yo sea un predicador del mismo, debo predicar sanidad divina    a la gente.
Otros    También
Jesús    sanó a los enfermos. Luego designó doce más, y como no    pudieron hacer frente a una tan grande necesidad, Cristo, por tanto, ordenó    setenta más y les mandó: "En cualquier ciudad donde entréis.    . . sanad a los enfermos que en ella hubiere". (Lucas 10:8-9). Juntos,    eran ochenta y tres personas, y no eran aún suficientes para llenar la    necesidad. Y había por lo menos otros orando por los enfermos, porque    los discípulos le dijeron a Jesús que habían visto a un    hombre sanando en Su Nombre. Jesús les dijo: "Dejadle ir; si no    está contra nosotros, está por nosotros". Había por    lo menos ochenta y cuatro predicadores ministrando a los enfermos alrededor    de Jerusalén.
Desearía    que pudiéramos conseguir ochenta y cuatro predicadores en este país    que pudieran ministrar la sanidad de Cristo a la gente. Podrán ganar    este territorio para Dios si ustedes lo hacen. Si no llegaran hasta mí    llamamientos de muchas otras partes del mundo, me quedaría aquí    con ustedes hasta que pudiera aprender su lenguaje, pero debo marchar hacia    otros países, así como he venido aquí. Pero este ministerio    no terminará con mi partida. Continuará. Ha tenido un buen comienzo.    Yo desearía que cada ministro en este estadio ocupara una ciudad para    Dios; busque a los enfermos, y en lugar de Cristo, ministre todos los beneficios    provistos por nuestro Señor a toda la gente en cada ciudad. Yo creo que    lo harán.
Jesús    sanó a los enfermos. Luego nombró a doce hombres más. Después    designó setenta más. Aún eso no era suficiente porque cada    vez que alguien era sanado, las nuevas se esparcían, y otra multitud    venía deseando sanidad y bendición.
¡Oh!,    ¡la necesidad lamentable de la doliente humanidad! Los doctores están    realizando una gran labor, pero no están llenando esa necesidad. Los    hospitales son una bendición para millones de personas, pero el clamor    de otros millones más brota de la tierra. La ciencia médica está    llevando a cabo una labor encomiable y valiosa, pero necesitan ayuda, nuestra    ayuda, la ayuda de hombres con fe en Dios.
Yo desearía    que ellos enviaran a nuestra campaña todos los casos incurables. Me gustaría    que nos mandaran a todos los que no tienen esperanza, y más allá    de toda ayuda médica. Prediquémosles la Palabra de Dios hasta    que la fe nazca en el corazón de estos pacientes, y yo garantizaré    los resultados. Yo desearía que ustedes trajeran quinientos casos incurables    aquí mañana por la noche. Dios sanará el cáncer    y la lepra tan rápidamente como los dolores de cabeza si tenemos fe en    Su Palabra.
Olvide    su enfermedad y esté consciente de la promesa de Dios. Olvide su condición    y observe al Sanador. Mantenga su atención fija en Sus promesas. Está    escrito que para Dios ninguna cosa es imposible. El es el Sanador de "todas    tus enfermedades", dice la Biblia. Estamos autorizados por la Comisión    de Cristo para decir esto a todo el mundo y a toda criatura.
Cuatro    Estudiantes de Colegio
Cuatro    estudiantes de colegio se me acercaron al finalizar un servicio en Rochester,    Nueva York. Estaban airados. Exigieron de mí que les dijera quién    me había dado autoridad para venir a Rochester y hablar como lo estaba    haciendo. Yo les contesté: 
"El    Señor me dió esta autoridad ".
Rápidamente me preguntaron: "¿Ha hablado usted con Dios?
Les dije: "El me ha hablado por medio de Su Palabra escrita".
"¿Cree usted en la Biblia?", preguntaron burlonamente.
"Ciertamente", repliqué. "Cada una de sus palabras".
"Usted está loco", dijo bruscamente uno de ellos.
"¿Pueden ustedes probar que la Biblia NO es verdadera?", les    pregunté. Ignoraron la pregunta diciendo que la Biblia era sólo    un registro fanático de un misticismo anticuado.
"Yo probé esta noche que la Biblia ES verdadera, amigos", les    dije.
,,¿Cómo?", preguntaron.
"Leí de la Biblia específicamente lo que Jesús dijo    que se hiciera por los enfermos. Luego leí Su promesa. Hice entonces    exactamente lo que El dijo que se hiciera, y El sanó los enfermos",    les dije.
"No vimos a nadie que se sanara", contestaron.
"Entonces    tenían sus ojos cerrados", les dije. Entonces les recordé:    "¿No vieron ustedes a la mujer que trajo a la plataforma aquella    niñita de pelo rizado que era completamente ciega? ¿ Y no me vieron    ustedes orar por ella, y no la vieron ustedes contar mis dedos después    de la oración, y no vieron a la niñita mirar a todos lados, y    a todo, llena de excitación y dar pequeños gritos de alegría,    y no la vieron ustedes descender y ascender los escalones sola y volver junto    a su madre sin ayuda alguna? ¿No vieron ustedes eso?
"Sí", se mofaron, "pero, en primer lugar, ¿cómo    sabemos nosotros que ella estaba ciega?".
Le pregunté al que de los cuatro parecía tener todavía    suficiente sentido común para razonar, "¿Pensó usted    en algún momento ir donde la mujer y preguntarle sobre la niña?".
"No", admitió un poco frustrado mentalmente, "nunca lo    hice".
Les dije: "Ella está aún en la carpa. Si ustedes no lo creen,    vayan e investiguen ustedes mismos".
No estaban    dispuestos a hacerlo, pero con ésto, estos cuatro orgullosos "agnósticos"    de un seminario religioso se sobrecogieron un poco, siendo entonces posible    razonar con ellos. Después de unos instantes, me estaban dando gracias    por mi interés en ellos y por haberles concedido tanto tiempo para discutir    el asunto. Admitieron estar profundamente impresionados por el servicio de esa    noche.
Me siento    muy feliz porque tengo autoridad para hacer lo que estoy haciendo. Represento    el Gobierno del cielo. Yo represento a Cristo. Tengo Su autoridad. Tengo Su    mandamiento. Estoy bajo Su comisión. El dijo: "Id por todo el mundo    y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será    salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales    seguirán a los que creen: En mi Nombre echarán fuera demonios    ... sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán", (Marcos    16: 15-18).
Tres    Clases
Note esto:    Había tres clases de personas necesitadas a quienes se nos ha ordenado    ayudar -a quienes se nos ha comisionado a ministrar a los pecadores, a los endemoniados    y a los enfermos.
Jesús    comisionó estrictamente a todos los creyentes y a los ministros del Evangelio    para cuidar de todas estas tres clases de necesitados. No sé por qué    algunos ministros solamente ministran a una clase. Ministran a los pecadores,    pero envían al manicomio a los endemoniados y mandan a los enfermos al    hospital. Usted no tiene que hacer eso. Tenemos que actuar conforme a toda Su    comisión.
Hay tres    clases de necesitados y Cristo nos comisionó a toda las tres clases.    Somos ministros del Evangelio, no ministros del manicomio y de los hospitales.    Somos representantes de Cristo y de Su poder libertador, no representantes de    la ciencia médica y de la sugestión mental para los dementes.
Somos    ministros del Evangelio, y si es así, hemos de ministrar el Evangelio    de acuerdo con el Evangelio. Somos responsables de ministrar a todas las tres    clases que necesitan la liberación de Dios.
He oído    a ministros decir: "Hermano Osborn, admiro su ministerio, pero por alguna    razón, nunca me he sentido llamado a ese aspecto del Evangelio".
No importa    si usted no se "siente" llamado a ese "aspecto" del Evangelio.    Mientras usted obedezca a su Maestro y Señor, tendrá que ministrar    en Su Nombre, en Su lugar, en Su poder, actuando como El lo hizo, y como El    lo comisionó a usted que hiciera. LA COMISION DE CRISTO ES UNA ORDEN    PARA USTED.
Usted    no puede decir: "No me siento atraído hacia esta fase particular    del ministerio". Esto no es una "fase ". Esto es el Evangelio.    Esta es nuestra responsibilidad. Esta es nuestra ORDEN. Esta es nuestra COMISION.    Si somos ministros del Evangelio, tenemos entonces que ministrar, conforme al    Evangelio, a todas las tres clases de necesitados. Si decide usted representar    su "escuela de pensamiento" especial, o su particular "Seminario    Teológico", o sus "teorías e ideales" especiales,    entonces eso es distinto, pero yo estoy hablando a MINISTROS DEL EVANGELIO.
Nosotros    los que ministramos el Evangelio debemos ministrar a los pecadores, a los endemoniados    y a los enfermos. Tenemos tanta autoridad y somos tan responsables de ministrar    liberación a los enfermos y a los endemoniados, como a los pecadores.    Los pecadores son los más necesitados, pero los otros también    lo están.
Se nos    manda a predicar a Cristo a los pecadores, y a echar fuera los demonios de los    endemoniados y a poner las manos sobre los enfermos para su sanidad. Se nos    ordena a hacer esto. Se nos comisiona a hacerlo. Estas son nuestras órdenes.
No es    asunto de si queremos hacerlo o no. Jesús no dijo: "Id por todo    el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, y si os sentís guiados    a brindar alguna atención a los enfermos, así hacedlo pero si    no os sentís movidos o atraídos por las necesidades de la doliente    humanidad, entonces ignorad sus clamores y enviadlos a los hospitales".
El ordenó:    "Predicad a Evangelio a toda criatura. Echad fuera los demonios y poned    las manos sobre los enfermos para su sanidad". Estas son nuestras órdenes.    Es por esto que yo hago eso. Por esta misma razón usted debe hacer lo    mismo.
Confesión    de un Predicador
Un predicador    me dijo: "Hermano Osborn, nunca había visto ésto así.    Nunca había comprendido que fuera nuestra responsabilidad como ministros,    traer liberación a los enfermos y a los endemoniados, así como    a los pecadores. Siempre pensé que se necesitaba alguna unción    o fe especial para tratar con los enfermos, y especialmente con los endemoniados,    pero ahora veo que se requiere solamente tanta fe como la requerida para esperar    que el perdón de Dios sea otorgado al pecador cuando lo acepta. Ahora    veo que sólo necesita fe suficiente para hacer lo que Dios dijo que hiciéramos".
El último mensaje que prediqué en Jamaica, en la primavera de    1949, al cabo de trece semanas de avivamiento durante las cuales más    de cien sordo-mudos y noventa ciegos fueron sanados, fue el siguiente: "Que    no se requiere tanta fe para traer liberación a los enfermos y a los    endemoniados; esto sólo requiere comprensión de la situación    en general". Aquellos que hagan un estudio de los demonios y de la enfermedad    descubrirán que éstos sufrieron su completa y total derrota en    el Calvario por Cristo Jesús. Ya que ambos están derrotados y    ninguno de ellos tiene autoridad alguna, mientras que nosotros tenemos autoridad    legal sobre ambos, entonces es fácil ejercitar esta autoridad y poner    a los cautivos en libertad.
Jesús    nos ha dicho exactamente cómo actuar en cada caso y ha hecho promesas    definitivas en cada caso.
Primera    Campaña de Sanidad
Recuerdo    que cuando iba a celebrar mi primera campaña de sanidad, había    ayunado durante cuatro días. Estaba orando desde lo profundo de mi corazón.    Parecía que tenía una gran responsabilidad sobre mis hombros.
El Señor    me habló con Su suave y tierna voz diciéndome: "¿Con    qué propósito estás ayunando?".
Yo dije: "Señor, para que Tú sanes a los enfermos cuando    yo ponga mis manos sobre ellos".
El me dijo: "¿No he prometido Yo hacer eso?". Entonces continuó    diciendo, "Tú no has hecho todavía lo que dije que hicieras.    Yo no puedo sanarlos hasta que no les prediques acerca de Mi promesa para ellos,    y hagas lo que te dije que hicieras primeramente ".
Yo dije: "Señor, comprendo lo que Tú quieres decir. Debo    ir y predicarles, poniendo mis manos sobre ellos, entonces Tú harás    conforme has prometido ".
Le di gracias al Señor, comí pollo y me fuí al servicio.
No estoy    por esto atacando el ayuno. Creo en el ayuno, porque la Biblia claramente lo    enseña. Desde entonces he ayunado a menudo y nunca he dejado de recibir    grande ayuda al hacerlo, pero no tenemos que ayunar para persuadir a Dios a    que cumpla Sus promesas. El ayuno limpia nuestros canales humanos de manera    que Dios pueda ministrar por medio de nosotros más libremente, además    de tener otros propósitos. Pero no tenemos que suplicar y persuadir a    Dios para que cumpla Sus promesas. El hará esto porque Ha prometido hacerlo    y no puede dejar de cumplir Su Palabra.
Fui a    la campaña esa primera noche. Prediqué sobre la promesa de Cristo    de sanar. Entonces formé una "línea de oración"    y puse mis manos sobre ellos exactamente como Cristo me había dicho que    lo hiciera, esperando que El cumpliera Su promesa, y eso fue exactamente lo    que El hizo y ha estado haciendo desde entonces. No puede El dejar de hacerlo.    Algunos fueron sanados instantáneamente y otros fueron sanados gradualmente,    o estaban creyendo la promesa de Cristo, "se sanarán", y así    sucedió. Y todavía se siguen sanando. Y no se necesitó    mucha fe para poner mis manos sobre ellos después dei predicarles la    promesa de Cristo. Es fácil. La res-, ponsabilidad es del Señor,    y El nunca falla.
Una    Promesa Definida
La fe    ha sido hecha muy difícil, pero no lo es. Fe es simplemente creer que    Dios dijo la verdad. Aquí hay una promesa definida para cada clase de    gente necesitada. Cristo no nos envió sin Sus promesas. A los pecadores    El promete, "Serán salvados". Yo no tengo que salvar al pecador.    Si hay aquí un beodo, un jugador, o un asesino, Dios también le    salvará. Cristo lo ha prometido así. Ahora, ustedes están    de acuerdo con éso, y, no se maravillan de mi fe cuando digo que Dios    salvará al más vil pecador. No importa cual sea su condición,    Cristo prometió que si usted cree, será salvo. Se supone que yo    le diga a usted eso.
Cuando    veo a una persona moralmente buena, le digo que Dios le salvará. Cuando    veo a un criminal, le digo que Dios le salvará también. No importa    que usted sea bueno o malo, Cristo dice que usted será salvado. Los otros    días prediqué en una cárcel a 364 presos, y más    de 100 de ellos aceptaron a Cristo, creyeron Su promesa y fueron salvos.
¿Qué    de los enfermos? Es lo mismo, con un dolor de cabeza como con la tuberculosis.    Yo estoy aquí para hablarles de las promesas de Dios, y El hace el resto.
Siempre    me ha parecido raro, que cuando la gente ve a un pecador malo venir al servicio    y oír el mensaje, en sus corazones están diciendo: "¡Oh,    Aleluya! Ese terrible pecador será salvado esta noche". ¿Cómo    tiene usted fe para esperar eso? Es un tremendo milagro lo que usted espera.    ¿Dónde obtuvo usted toda esa fe? Usted la recibió de la    promesa de Cristo que usted conoce. Usted sabe que Cristo prometió salvación    a todos y se regocija porque cree usted Su promesa. Esto es fe.
En cambio,    viene una persona malamente tullida y usted dice: "¡Oh!, desearía    tener fe para creer que esa pobre persona será sanada. Yo sé que    Dios sana dolores de cabeza, pero nunca he visto algo como éso sanarse.    No sé si Dios lo hará o no. Espero que lo haga".
Esa actitud    ata las manos de Dios. Eso es duda y Dios no puede honrar la duda. Dios sólo    puede bendecir por medio de nuestra fe, y Su promesa es la base para nuestra    fe. Dios salvará a cada pecador que crea el Evangelio. Si mil pecadores    vienen a esta campaña, y yo les predico el Evangelio de perdón,    y creen al Evangelio y aceptan a Cristo como su Salvador. ¿Cuántos    de ellos serán salvos? "Todos ellos", vociferó la concurrencia.    Perfectamente bien. Cada uno de ellos.
Traemos    mil pecadores y declaramos que Dios salvará a cada uno de ellos. Pero    traemos mil enfermos y usted dice que Dios ha enviado la enfermedad sobre algunos    de ellos, que Dios quiere enseñar a algunos a tener paciencia, que otros    están enfermos para la gloria de Dios, que algunos otros deben permanecer    enfermos para perfeccionar su carácter cristiano, etc., etc., etc., etc.    La verdad del asunto es que los que así dicen, no creen que Dios realmente    sanará a alguno de los pobres enfermos, y por causa de esa actitud, Dios    no puede manifestar Su poder sanador, como muestra Su poder perdonador.
Tenemos    exactamente el mismo fundamento para la fe que trae sanidad que para la que    alcan za el perdón. Tenemos tanto como apoyo de nuestra fe para sanidad    de los enfermos como para el perdón del pecador. La misma Biblia que    prometió perdón a cada pecador, prometió sanidad para todos    los enfermos. La misma Biblia que declara que cada pecador puede ser salvado,    declara que cada enfermo puede ser sanado.
"No    olvides ninguno de Sus beneficios". David proclama en el mismo instante,    "El es quien PERDONA TODAS tus iniquidades, el que SANA TODAS tus dolencias";    (Salmo 103:3).
Tiene    uno tanto derecho a declarar que el perdón no es para el pecador, como    a predicar que la sanidad no es para el enfermo.
La expresión,    "todo aquel" es usada cuando se invita al pecador a aceptar el perdón,    y las palabras "todo", "cualquiera" y cada uno" se    usan cuando se habla de la promesa de sanidad para los enfermos. Todas estas    palabras significan lo mismo. Cristo siempre perdonó pecados y siempre    sanó a los enfermos. La enfermedad y el pecado son ambos del diablo.
Cristo    llevó ambos por "todo" aquel que creyere, (Mateo 8:17; 1 Pedro    2:24). El cargó el pecado para que nosotros no tuviéramos que    llevarlo, mas fuésemos perdonados. El llevó nuestras enfermedades    para que nosotros no tuviéramos que sufrirlas, mas fuésemos sanados.
La misma    palabra hebrea usada para indicar que Cristo quitó nuestros pecados,    es también usada para expresar que El quitó nuestras dolencias.    La palabra hebrea "Nasa", es usada en ambos casos. Significa "llevarse",    "remover a distancia".
Uno de    los más grandes estudiantes de hebreo y de griego en América dice    que es un disparate hacer que la palabra "nasa" signifique algo distinto    cuando se refiere a enfermedad que cuando se usa en relación con los    pecados.
Si mil    pecadores creen, todos serán salvos. Si mil endemoniados vienen y ordenamos    a los demonios que salgan en el Nombre de Jesús, Su promesa es exactamente    tan positiva como la otra. "ECHARAN FUERA DEMONIOS". Si mil enfermos    vienen y creen, todos serán sanados.
Usted    está convencido. No necesito predicar más. Vamos a orar.