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7 jul 2013

Película de Lutero completa

Van varias veces que he visto la película de Lutero no deja de impactarme la vida del reformador, si alguien no la ha visto se la recomiendo:



24 abr 2012

¿Es Bíblica la doctrina de la Trinidad? - Daviel D'Paz

El pastor Daviel D'Paz nos comparte en su blog y canal de YouTube este video con una defensa de la doctrina de la Trinidad contra las herejías unitarias del arrianismo como el de los Testigos de Jehová y el modalismo de iglesias como la Iglesia Pentecostal Unida entre otras.









26 feb 2011

Buscando el movimiento de Keswick, un artículo interesante

Andrew Murray fue promotor del movimiento de Keswick en el siglo XIX
Estaba buscando información en español del movimiento de Keswick, me encontre un artículo relacionado a la santidad muy interesante:


LA PERSONA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu de santidad: un estudio comparativo

Por William W. Menzies

El Espíritu Santo es el Espíritu de santidad. Dios, que por naturaleza es completo, entero, sin contaminación, ha destinado a sus hijos para que sean semejantes a Él. Es una importante verdad bíblica que el Espíritu Santo ha sido enviado para mediar a los hombres los beneficios de la expiación — poniendo convicción, regenerando, habilitando, dotando de poder. Su función se ve mejor en términos del propósito último de Dios para los hombres, como el Agente que traerá a los hijos de Dios a ese lugar donde ellos serán verdaderamente para la alabanza de su gloria (Efesios 1:12). Siendo de esta manera separados para el propósito especial de Dios, que es sencillamente la definición que el diccionario da para la santidad.1
Sin embargo el término santidad ha caído en días magros. Hay varias razones de esto. Con mucha frecuencia la obra interna del Espíritu Santo, que desarrolla el carácter, ha sido identificada en la mente popular con lo que es estrecho y negativo. Lo relativo ha sido convertido en absoluto, y en verdad la piedra de molino del legalismo ha sido convertida en parte de la doctrina de la santidad. Y la época no muestra simpatía hacia lo que es restrictivo y regulador, sino que más bien se inclina por hacer a un lado las restricciones. Sin embargo, no es el propósito de este escrito fustigar la obvia desafección cultural presente por la santidad.
Otra razón de la falta de énfasis en el Espíritu de santidad, expresada entre nosotros, es el desconcertante mar semántico en el cual uno es lanzado a la deriva cuando intenta fijar sus velas en esa dirección. Pocas doctrinas significan más cosas a más gente que la doctrina de la santidad o, si usted lo prefiere, la santificación. Bosquejado más abajo está la gama de opiniones protestantes sobre el tema, que se extiende entre el “ala derecha” de la teología de la Reforma, el luteranismo, hasta el “ala izquierda” de la opinión ortodoxa, el wesleyanismo. Los puntos de vista perfeccionistas que van más allá de los límites del wesleyanismo son considerados aquí como irrelevantes. A partir de estos hilos es que se extraen esas influencias que aparecen en las declaraciones típicas de las Asambleas de Dios. Únanse a mí ahora, en este viaje turístico.

EL PUNTO DE VISTA LUTERANO

Dos situaciones históricas clave afectaron la conformación del punto de vista luterano sobre la santidad. (Es sorprendente la manera en que gran parte de la teología está históricamente condicionada). Una situación fue la iglesia medieval de Roma, contra cuya “justificación por obras” Lutero montó su principal ataque. La otra situación fue la así llamada Reforma radical, los perfeccionistas del 1520 y 1530 cuya extraña conducta y doctrinas perturbadoras amenazaron la estabilidad de toda la sociedad del siglo 16, no precisamente el movimiento de Reforma. El Luteranismo desarrolló tempranamente un temor de “entusiasmo” o “pietismo”.
Tres conceptos clave de la teología luterana ayudan a entender este punto de vista clásico respecto de la santificación. Primero, una aguda distinción es trazada entre “ley y evangelio”.2 La ley es lo que condena; el evangelio es lo que libera. La ley es restrictiva; el evangelio sana. El temor de confundir la ley con el evangelio ha llevado a sospechar de toda forma de “pietismo”.
Otro concepto importante es lo “oculto de Dios”.3 A Dios se le muestra operando siempre en forma oculta. ¿Es que acaso no vino Cristo en la forma de un bebé, y no fue Él confundido como un criminal en la Cruz? Dios se revela en medio de las tareas diarias de la vida. Buscar vivir en un plano especial es exigir que Dios se muestre abiertamente.
La tercera idea está contenida en la declaración “siempre salvo; siempre pecando”.4 El pecado es considerado como cualquier separación de la perfección de Dios; por tanto, el hombre finito siempre es un pecador. Es la paradoja del evangelio que en Cristo, Dios puede declarar que el hombre pecador está revestido de justicia. Por consiguiente, la liturgia semanalmente llama a un arrepentimiento corporativo, porque siempre estamos pecando. Warfield, en su obra de dos volúmenes, Perfeccionismo, denomina este punto de vista “miserable cristianismo pecador”, puesto que hay poco estímulo para mejorar en el estado del creyente.
Si uno hace a un lado el pesado énfasis contenido aquí en la justificación, hasta el punto de que prácticamente minimiza la santidad personal, permítasenos al menos ponderar dos valores dignos de consideración: primero, en el luteranismo hay una declaración de la sobrecogedora gracia de Dios. Segundo, el pecado es visto como sumamente pecaminoso.

EL PUNTO DE VISTA REFORMADO

El punto de vista reformado de la santificación debe verse en términos del motivo básico teológico de Calvino: la gloria del Dios soberano. El gran sistematizador del siglo 16 vio a los elegidos de Dios declarados como vestidos de la justicia de Cristo. Esta “santidad de posición” lleva la etiqueta teológica de justificación. Al mismo tiempo, los elegidos en la experiencia actual, aun cuando revestidos con la gracia de la regeneración, están lejos de un nivel de perfección. Los calvinistas, como los luteranos, ven el pecado a grandes términos, como cualquiera que queda corto de la perfección divina. En esta vida, entonces, los elegidos nunca alcanzan la santidad verdadera; siempre es relativa y mezclada. Los elegidos llevan siempre consigo las marcas de la imperfección y contaminación. Sin embargo, a diferencia de la posición luterana, hay un fuerte énfasis en la posibilidad de crecimiento hacia la semejanza con Cristo. Efectivamente, tal desarrollo es considerado como una de las marcas de los elegidos.5 Por tanto, para el verdaderamente regenerado hay una inevitable posibilidad de crecimiento de carácter cristiano, porque esta es la obra del Espíritu Santo, obra que sólo es cumplida en los elegidos en la muerte del santo.6 El gran énfasis para los reformados es purificación gradual en seguida de la justificación; la santificación es el proceso continuo de desarrollo de la nueva vida dada en la regeneración. Este punto de vista, o alguna modificación del mismo, es sostenido por un gran segmento del cristianismo estadounidense.

EL PUNTO DE VISTA DE KESWICK

Keswick, un movimiento inter-denominacional asociado mayormente con gente Reformada, surgió en el período de post-guerra civil, incluyendo a muchos grupos de “vida profunda” y “vida superior”. Su nombre se deriva del lugar en que se celebra la conferencia en el centro de Inglaterra, donde tuvieron su inicio las primera convenciones dedicadas a promover la santidad. El movimiento de Keswick es uno de los grupos de mayor duración que se originaron a fines del siglo 19.
El gran énfasis de la convención de Keswick es que uno puede esperar vivir normalmente en victoria sobre el pecado consciente y deliberado. La expresión más característica de este movimiento es contrarrestar.7 Sobre la base de Gálatas 5, la lucha de la vida cristiana es descrita como un encuentro entre el Espíritu de santidad y la tendencia a pecar, que es una realidad siempre presente, lista para apoderarse de la iniciativa en el caso de que el creyente, por un momento, no siguiera ejerciendo su fe. En la medida en que el creyente se rinde a la morada interna del Espíritu Santo, llega a tener una “condición sostenida” (pero no un estado fijo) de victoria sobre el pecado consciente.8
F.B. Meyer, Andrew Murria, H.C.G. Mottle y Graham Scroggie son algunos de los expositores bíblicos que han sido oradores frecuentes en Keswick. Tal vez mejor conocida popularmente es la obra de Hannah Whitall Smith, esposa del fundador de Keswick, que escribió The Christian’s Secret of a Happy Life [El secreto de una vida feliz del cristiano].

LA ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA

Un paso más allá de la enseñanza de Keswick hacia la posición wesleyana es el de la Alianza Cristiana y Misionera, una denominación que tuvo su inicio durante el episodio de “Vida superior”, posterior a la guerra civil. La posición de la Alianza tiene alguna semejanza con la posición de Keswick, especialmente en su insistencia sobre la terminología positiva y sus esfuerzos auto-conscientes para evadir la responsabilidad del “erradicacionismo”.9 Una expresión frecuente es “victoria presente”. La similitud con la posición wesleyana está en el anuncio enfático de que la santificación es una experiencia de un tipo de crisis subsiguiente a la justificación.10 Común tanto al punto de vista de Keswick como al wesleyano es la definición del pecado. El pecado, respecto a la realización posible en la vida cristiana, es considerado como una violación de una ley conocida. En este marco es donde se hacen todas las declaraciones de la posibilidad de una vida victoriosa.
La terminología de la Alianza Cristiana y Misionera respecto de la doctrina de santidad, o santificación, es Cristo-céntrica. “Cristo en vosotros” es una declaración repetida, que revela que la obra del Espíritu santificador debe ser entendida como exaltando la vida de Cristo en el creyente.11 Para aquel que ha experimentado la segunda bendición, el estado normal del santificado es de victoria sobre el pecado consciente. Evitando el peligro del perfeccionismo, esta victoria es considerada como relativa, permitiendo el crecimiento. El énfasis central, sin embargo, no está en el progreso sino en la victoria presente. Se entra a esta experiencia de crisis mediante un acto de fe, en el cual el creyente afirma su identificación con el Cristo resucitado.

EL PUNTO DE VISTA WESLEYANO

La influencia de Juan Wesley no sólo se ha manifestado en los cuerpos metodistas, sino que también ha alcanzado con sus efectos a un grupo mucho más amplio de sociedades denominacionales e interdenominacionales, a las cuales se hace referencia comúnmente como el “movimiento de santidad”. Es preciso reconocer la fuerte influencia que ha ejercido este segmento del cristianismo estadounidense como la principal matriz del movimiento pentecostal moderno.
A comienzos del siglo 18 un refrigerio espiritual vino al luteranismo del continente europeo. El movimiento pietista de Spener y Francke daba énfasis a la experiencia cristiana vital y personal, en reacción al árido escolasticismo de la ortodoxia luterana del siglo 17. En Inglaterra, y más tarde en América, se desarrolló un movimiento similar, mayormente a través de Juan Wesley, en reacción al escolasticismo y al racionalismo.
El denominador común de los cuerpos de santidad es la enseñanza distintiva de los wesleyanos respecto de “entera santificación”. Wesley declaró puntualmente que la justificación es por sí misma imperfecta. Es necesario que la justificación del pecador sea seguida por una experiencia en la cual la propensión al pecado sea desarraigada, o erradicada. Wesley escogió denominar positivamente esta experiencia como “amor perfecto”.12 Sus antagonistas lo presionaron para una mejor definición, incluyendo lo que esto significaba en relación con el pecado. Él se vio forzado a bosquejar los límites de la experiencia de santificación en términos de violaciones conscientes de leyes conocidas, por tanto, limitada sólo a una perfección relativa.
Si el luteranismo enfatiza la gracia de Dios y la pecaminosidad del pecado, el wesleyanismo debiera verse en el otro extremo del espectro teológico como un llamado a una experiencia vital personal en la cual la meta que Dios ha destinado para los hombres no es enteramente futurista. Tal vez la mayor vulnerabilidad de este punto de vista es su concepción del pecado como una entidad que puede ser desarraigada de la personalidad, más bien que como el pecado en calidad de relación, lo que al escritor le parece un concepto más bíblico.

EL ALCANCE DEL PUNTO DE VISTA DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS

La declaración de verdades fundamentales de las Asambleas de Dios emplea el término entera santificación. Sin embargo, es fácil discernir que esta expresión no se interpreta en un estricto sentido wesleyano por algunos de los escritores que representan a las Asambleas de Dios. En efecto, como veremos, hay un trecho bastante considerable, cuya extensión es similar a la que hay entre el punto de vista reformado y el de la conferencia de Keswick.
Myer Pearlman escribe: “Puesto que el Espíritu no obra en forma mágica, sino en manera vital y progresiva, es así como el alma es renovada, gradualmente. La fe debe ser fortalecida por medio de muchas pruebas, el amor debe ser fortificado para sobrevivir duros tratos y tentaciones. Las atracciones para pecar deben ser vencidas, las tendencias y los hábitos deben ser corregidos… La operación del Espíritu es progresiva, yendo ‘desde el corazón a la superficie, desde el interior hacia el exterior’.”13 El énfasis de Pearlman es sobre la obra progresiva del Espíritu, fluyendo continuamente y progresivamente desde la regeneración, en la manera típica de la teología reformada. El bautismo con el Espíritu Santo es entendido como una dotación de poder para servicio, equiparado por otro tipo de operación del Espíritu Santo, que es su acción progresiva y continua de santificación.
W.I. Evans escribe: “Todos nuestros sentidos físicos son solicitados por la tentación, a causa del ambiente maligno en el cual vivimos”.14 El poder del pecado como una fuerza dominante es quebrantado en la regeneración, “siendo liberados del poder del pecado por medio de la muerte de Cristo, tenemos ahora una responsabilidad”.15 Esta responsabilidad es rendirnos al dominio del Espíritu Santo. “Mediante la iluminación, el poder, la dinámica del Espíritu Santo, el Calvario llega a ser eficaz en su operación en nosotros”.16 Este énfasis en la presente posibilidad de victoria sobre el pecado consciente por medio de una rendición continua al ministerio del Espíritu Santo tiene una similitud en apariencia, aun cuando no en terminología, con el punto de vista de “contrarrestar” de Keswick. Este punto de vista es más cercano que el de la Alianza, puesto que no hay énfasis en una experiencia de crisis.
E.S. Williams, aparentemente sintiendo que gran parte de la contienda es acerca de palabras, evita del todo el término santificación en sus notas sobre teología. Él prefiere el lema “Vida de victoria”.17 Hay una declaración sobre la posibilidad de una vida victoriosa presente, pero los límites no están definidos, y uno entiende rápidamente que esto no debe entenderse en ningún sentido como un período estático de perfección al que se llega a través de una experiencia de crisis. El énfasis es general: uno puede ser gobernado por el Espíritu o dominado por la carne; el creyente puede cultivar una u otra forma de vida, con los resultados consiguientes en cada caso, basado en Romanos 8. Ciertamente no se espera que el creyente vaya en su camino dando traspiés continuamente, porque “el Espíritu ha venido para guiarnos a una vida de santidad”.18

Conclusión

Gran parte del conflicto aparente entre las teologías protestantes de santificación se debe, obviamente, a la comparación de elementos desiguales. Los puntos de vista de los luteranos y de los reformados dan énfasis a la pecaminosidad y a la depravación del hombre; el pecado es cualquier desviación de la norma absoluta. Los puntos de vista que van desde allí hasta la posición de los wesleyanos describen el pecado en términos de aquello por lo cual el hombre es personalmente y racionalmente responsable. En estos puntos de vista, al hombre no se le permite resignarse a una inevitable condición humana, sino que es desafiado a apropiarse de los medios de gracia, de modo que el Espíritu de santidad pueda operar eficazmente en su vida.
La teología luterana nos recuerda de la pecaminosidad del pecado, y de la gracia de Dios al vestir al hombre finito y pecador con la perfección de Cristo. La teología reformada señala al propósito de nuestra existencia, que debemos glorificar a Dios, que la vida recta es una marca de los elegidos, y que se debe esperar progreso en la vida cristiana. La doctrina de Keswick da énfasis al ministerio presente y diario del Espíritu Santo, que viene a luchar contra las intrusiones de la carne. La posición de la Alianza señala al ministerio del Espíritu Santo, que viene a hacer una realidad la morada de Cristo en nosotros. La posición wesleyana, a pesar de estar expresada en un lenguaje difícil de sostener, ha sido la fuente de un clamor por una experiencia cristiana vital. Los puntos de vista de las Asambleas de Dios sobre el tema reflejan una afinidad básica con la posición reformada, pero con suficiente latitud para abarcar un amplio rango de puntos de vista que desafiarían al creyente a dar lugar en su vida al Espíritu de santidad.
Notas
1. Gerhard Kittel, Theological Dictionary of the New Testament, trans. G.W. Bromiley (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1964), I, 111.
2. Martin Luther, Disputation Against the Scholastics, 1517. (Unpublished translation by George W. Forell).
3. John Dillenberger, Martin Luther: Selections from His Writings (Garden City, New York: Doubleday & Co., 1961), 502.
4. Martin Luther, Ninety-Five Theses, No. 4 (Unpublished translation by George W. Forell).
5. John Calvin, Institutes of the Christian Religion, translation F.W. Battles (Philadelphia: Westminster Press, 1960), 1031.
6. Charles Hodge, Systematic Theology (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1946), III, 221.
7. Steven Barabas, So Great Salvation (Westwood, New Jersey: Revell, n.d.), 105.
8. Ibid., 90.
9. A.B. Simpson, Christ Our Sanctifier (Harrisburg, Pennsylvania: Christian Publication, 1963), 11.
10. Loc. cit.
11. Ibid. 12.
12. John Wesley, A Plain Account of Christian Perfection (London: Wesleyan-Methodist Book House, n.d.), 56–57.
13. Myer Pearlman, Knowing the Doctrines of the Bible (Springfield, Missouri: Gospel Publishing House, 1937), 308.
14. William I. Evans, This River Must Flow (Springfield, Missouri: Gospel Publishing House, 1954), 20–21.
15. Ibid., 23.
16. Ibid., 26.
17. E.S. Williams, Systematic Theology (Springfield, Missouri: Gospel Publishing House, 1953), III, 34.
18. Loc.cit.


TOMADO DE:
http://www.ag.org/enrichmentjournal_sp/top/200804_fruitofspirit.cfm



4 ago 2010

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios - Jonathan Edwards

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios

(Salmo 46.10)
por Jonathan Edwards

ESTE salmo suena como un himno de la iglesia en tiempos de grandes convulsiones y desolaciones en el mundo. Es por eso que la iglesia se gloría en Dios como su amparo, su fortaleza y su pronto auxilio, aun en tiempos de las mayores tribulaciones y dificultades. “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y borboteen sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su ímpetu” (versículos 1, 2, 3).

La iglesia se enorgullece en Dios, no sólo por ser Él su ayudador, que la defiende cuando el resto del mundo se ve envuelto en desgracias y catástrofes, sino porque, como río refrescante, le da aliento y gozo, aun en medio de la calamidad pública. “Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana” (vv. 4, 5). En los versículos 6 y 8 se declaran los cambios profundos y las calamidades que agitaban al mundo: “Braman las naciones, se tambalean los reinos; lanza él su voz, y se derrite la tierra. Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamiento en la tierra”. En el texto que sigue se expresa de manera admirable la manera en que Dios libra a la iglesia de estas desgracias, especialmente de los desastres de la guerra y la furia de sus enemigos: “Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra. Que quiebra el arco, rompe las lanzas y quema los carros en el fuego”. Es decir, Él hace que cesen las guerras cuando son contra su pueblo; Él quiebra el arco cuando se dobla contra sus santos.

Siguen entonces estas palabras: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. La soberanía de Dios se manifiesta en sus grandes obras, las cuales aparecen descritas en los versículos anteriores. Esas mismas terribles desolaciones que Él desató en su designio de librar a su pueblo utilizando medios terribles muestran también su grandeza y su señorío. A través de todo eso demuestra su poder y soberanía, y así ordena a todos estar quietos, y conocer que Él es Dios. Porque, dice: “Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”.



De esto se pueden derivar observaciones interesantes

1. El deber de estar tranquilos delante de Dios, bajo las mercedes de su providencia. Esto implica que debemos mantener quietud de palabras, sujetándonos de hablar o de quejarnos contra los designios de la Providencia; no oscureciendo la razón con palabras de ignorancia, ni empleando el lenguaje pomposo de la vanidad. Debemos mantener quietud en nuestras acciones y en nuestra conducta, de modo que no contrariemos a Dios en sus designios. Y en lo tocante a la disposición interior de nuestros corazones, hemos de cultivar la calma y una serena sumisión de espíritu a la soberana voluntad de Dios, cualquiera que esta sea.

2. Podemos tener en cuenta el fundamento de este deber, esto es, la divinidad de Dios. El hecho de ser Dios es razón de sobra para que debamos estar quietos delante de Él, sin murmurar en lo más mínimo, sin objetar, sin oposición, sino tranquilamente y con humildad sometiéndonos a Él. ¿Cómo hemos de cumplir este deber de estar quietos delante de Dios? Sencillamente con un sentido de su divinidad, comprendiendo que el fundamento de ese deber es el conocimiento de que Él es Dios. Nuestra sumisión es la que corresponde a seres racionales. Dios no requiere que nos sometamos a Él a contrapelo de lo razonable, sino como viendo la razón y el fundamento de hacerlo así. De ahí que, la mera realización de que Dios es Dios puede ser suficiente para acallar toda objeción y oposición a sus divinos y soberanos designios.

Todo esto puede verse considerando lo siguiente:

1. Por cuanto Él es Dios, es un ser absoluta e infinitamente perfecto, siendo imposible que pudiera incurrir en error o maldad. Y como es eterno y no debe su existencia a ningún otro, no puede en medida alguna tener limitaciones en su ser ni en ninguno de sus atributos. Si algo tiene límites en su naturaleza, debe haber alguna causa o razón por la que esos límites están allí. De lo cual se deduce que toda cosa limitada debe tener alguna causa. Por lo tanto, aquello que no tenga causa tiene que ser ilimitado. Las obras de Dios demuestran con toda evidencia que su sabiduría y su poder son infinitos, pues quien hizo todas las cosas de la nada, que las sustenta, gobierna y maneja en todo momento y en todas las edades, sin cansarse, tiene que poseer un poder infinito. Tiene asimismo que ser infinito en el conocimiento; porque si Él hizo todas las cosas, y sin cesar las sustenta y gobierna todas, se sigue que él, continuamente y de una sola mirada, ve y conoce a la perfección todas las cosas, así las grandes como las pequeñas.

Lo cual no es posible sin un conocimiento infinito. Siendo, pues, infinito en conocimiento y poder, Dios tiene que ser también perfectamente santo. La falta de santidad supone siempre defecto y pobreza de visión. Donde no hay oscuridad ni engaño, no puede faltar la santidad. Es imposible que la maldad pueda coexistir con la infinita luz. Dios, siendo infinito en poder y conocimiento, tiene que ser totalmente autosuficiente. Es por lo tanto imposible que Él pueda caer en cualquier tentación o cometer alguna falta. No hay motivo por el cual pueda incurrir en nada semejante. Siempre que alguien es tentado a ceder a lo incorrecto, es por fines egoístas.

Entonces, ¿cómo podría un Ser todopoderoso —que no necesita de nada— ser tentado a hacer algo malo por fines egoístas? Es, pues, imposible que Dios, que es esencialmente santo, pudiera en ningún sentido incurrir en el mal.

2. Por el hecho de ser Dios, Él es tan grande que está infinitamente más allá de toda comprensión. Por tanto, es irrazonable de nuestra parte pretender juzgar sus decisiones, ya que las mismas son misteriosas. Si fuera un ser al cual nosotros pudiéramos comprender, no sería Dios. Sería irrazonable suponer nada más allá del hecho de que hay muchas cosas en la naturaleza de Dios, así como en sus obras y gobierno, que son para nosotros un misterio que jamás podremos discernir.

¿Qué somos y qué idea tenemos de nosotros mismos si esperamos que Dios y sus designios puedan estar al nivel de nuestro entendimiento? Somos infinitamente incapaces de tal cosa como comprender a Dios. Para nosotros sería menos irrazonable concebir que una cáscara de nuez pudiera contener al océano. Dice en Job 11.7ss: “¿Descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Alcanzarás el límite de la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa que la tierra, y más ancha que el mar”. Si pudiéramos tener sentido de la distancia que existe entre Dios y nosotros, entenderíamos lo razonable de la interrogación del apóstol Pablo en Romanos 9.20: “...oh, hombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios?”

Si creemos encontrarle faltas al gobierno de Dios, estamos virtualmente suponiéndonos capaces de ser sus consejeros; cuando en realidad más bien nos convendría, con gran humildad y adoración, clamar con el apóstol (Ro 11.33ss): “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios, e insondables sus caminos! Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos de los siglos”.

Si hubiera niños que alzaran la voz para criticar a los cuerpos legislativos de su país o para poner en tela de juicio las decisiones del poder ejecutivo, ¿no se estimaría que se estaban entrometiendo en cosas demasiado elevadas para ellos? ¿Y qué somos nosotros sino bebés? Pues nuestras inteligencias son infinitamente menores que las de los bebés en comparación con la sabiduría de Dios. Lo sensato para nosotros es tener esto en cuenta y ajustar a ello nuestra conducta. Dice en el Salmo 131.1,2: “Jehová, no está envanecido mi corazón, ni mis ojos son altivos; no ando tras grandezas, ni tras cosas demasiado sublimes para mí. Sino que me he calmado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre”.

Esta sola comprensión de la infinita distancia entre Dios y nosotros, y entre el entendimiento de Dios y el nuestro, debería ser suficiente para acallarnos y para acatar con serenidad todo lo que Dios hace, no importa cuán ininteligible o misterioso nos parezca. Ni tampoco tenemos derecho alguno a esperar que Dios nos explique en particular la razón de sus actos o sus designios. Está más que justificado que Dios no nos dé a nosotros, gusanos del polvo que somos, razón de sus asuntos, que así podamos captar la distancia que nos separa de Él, y le adoremos y nos sometamos a Él en humildad y reverencia.

Podemos ver a este respecto por qué, cuando Job padecía sufriendo por designio divino crueles penalidades, Dios le respondió no explicándole las razones de su misteriosa providencia, sino haciéndole ver su condición de miserable gusano, de nada, y cuán lejos estaba él de la altura de Dios. Esta actitud divina estaba más en consonancia con Dios que haber entrado en algún debate con Job, o haberle revelado el misterio de sus dificultades.

Y para Job fue bueno someterse a Dios en aquellas cosas que no podía entender, a lo cual quiso traerle la respuesta divina.

Conviene que Dios habite en profunda oscuridad, o en luz que ningún ser humano puede resistir, la cual ninguno ha visto ni puede ver. Nada hay de extraño en que un Dios de infinita gloria resplandezca con una brillantez demasiado viva y potente para el ojo humano. Porque los mismos ángeles, esos espíritus poderosos, aparecen cubriendo sus rostros ante esta luz (Isaías 6).

3. Siendo que Él es Dios, todas las cosas son suyas, por lo cual tiene derecho a disponer de ellas a su antojo y placer. Todas las cosas de este mundo inferior son suyas. “...Todo lo que hay debajo del cielo es mío” (Job 41.11). “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella” (Dt 10.14). Todas las cosas son suyas porque todas proceden de Él; son totalmente de Él y de solamente de Él.

Aquellas cosas hechas por los hombres no son enteramente de ellos. Cuando un hombre edifica una casa, no es completamente suya; ninguno de los materiales con que fue hecha le debe su origen. Todas las criaturas son total y completamente fruto del poder de Dios.

Es lógico, por lo tanto, que todas sean para él y estén sujetas a su voluntad (Pr 16.4). Así pues, como todas las cosas vienen de Dios, así todas se sostienen por Él, y se hundirían en la nada en un instante si Él no las sostuviera. Y todas son para Él. “Porque de él, y por él, y para él son todas las cosas” (Ro 11.36). “Porque por él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, las visibles y las invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas tienen consistencia en él” (Colosenses 1.16,17). Toda la humanidad es suya: sus vidas, su aliento, su ser; “porque en él vivimos y nos movemos y somos”. Nuestras almas y nuestras capacidades le pertenecen.

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía” (Ez 18.4).

4. Comoquiera que Él es Dios, es digno de ser soberano sobre todas las cosas. A veces los hombres poseen más de lo que son dignos de poseer. Pero Dios es no solamente dueño de todo el universo, siendo que todo procede y depende de Él, sino que tal es su perfección, la excelencia y dignidad de su naturaleza, que es digno de ser soberano por sobre todo. Nadie deberá osar oponerse a que Dios ejerza la soberanía del universo como si no fuera digno de ello, pues el ser soberano absoluto del universo no es gloria ni honor demasiado grandes para Él.

Todas las cosas en el cielo y en la tierra, ángeles y hombres, son nada en comparación con Él; todas son como la gota de agua en el balde o como el grano de arena en la playa. Es así adecuado que cada cosa esté en sus manos, para que Él disponga según le plazca. Su voluntad y su deseo son de infinitamente mayor importancia que los de las criaturas. Es correcto que su voluntad se cumpla, aunque fuere contraria a la de todos los demás seres; que Él haga de sí mismo su propio fin; y que disponga todas las cosas para sí. Dios está dotado de tales perfecciones y excelencias que tiene título a ser el soberano absoluto del mundo.

Ciertamente, conviene mucho más que todas las cosas estén bajo la dirección de una sabiduría irreprochable y perfecta que expuestas a caer en confusión o sujetas a causas sin control. Más aun, no es bueno que ningún negocio dentro del gobierno de Dios pueda quedar sin la dirección de su sabia providencia, muy especialmente aquellas cosas de mayor importancia.

Es absurdo suponer que Dios pudiera estar obligado a prevenir a cualquier criatura de pecar y de exponerse a castigo adecuado. De ser así, resultaría que no puede haber tal cosa como un gobierno moral de Dios sobre individuos razonables, y sería arbitrario para Dios dar mandamientos ya que Él mismo sería la parte comprometida a observar la conducta y estarían fuera de lugar las promesas o las amenazas. Pero si Dios puede dejar que alguien peque y se exponga a castigo, entonces resulta mucho más apropiado y mejor que el asunto sea tratado con sabiduría —quién en justicia debe a causa del pecado quedar expuesto a castigo y quién no— que permitir que venga por la confusión o el azar.

No es digno del Gobernador del universo dejar las cosas al azar; lo natural para Él es gobernar todas las cosas por medios de sabiduría. Y así como Dios posee sabiduría que lo autoriza para ser soberano, así también tiene el poder que lo capacita para ejecutar lo que aconseja la sabiduría. Más aun, Él es esencial e invariablemente santo y justo, e infinitamente bueno, por lo que está perfectamente calificado para gobernar el mundo de la mejor manera posible.

Por lo tanto, cuando actúa como soberano del mundo, lo indicado para nosotros es estar quietos y someternos de buen grado, sin objetar en manera alguna que Él tenga la gloria de su soberanía; por el contrario, conscientes de su dignidad, reconocerla con gozo, diciendo: “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos”, y repetir con aquellos en Apocalipsis 5.13: “Al que está sentado en el trono ... sea la alabanza, el honor, la gloria, y el dominio...”

5. Por cuanto Él es Dios, será soberano y actuará como tal. Él se sienta en el trono de su soberanía y su reino rige sobre todos. En su soberano poder y dominio será exaltado, como Él mismo declara: “Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”. Él hará saber a todos que es el supremo Señor de toda la tierra. Él efectúa su voluntad entre las huestes del cielo y entre los habitantes de la tierra, y nadie puede detener su mano. No puede haber tal cosa como frustrar, entorpecer o invalidar sus designios, pues Él es grande en el pensamiento y maravilloso en la acción. Su consejo prevalecerá, y Él hará todo lo que le plazca.

No hay sabiduría, ni inteligencia, ni talento que pueda ir contra el Señor. Cualquier cosa que Él quiera hacer será para siempre; nada le será añadido ni quitado. Cuando Él actúe, ¿quién le opondrá reparos? Él puede, si quiere, hacer trizas a sus enemigos. Si los hombres se juntan contra Él para estorbar u oponerse a sus designios, Él “quiebra el arco, rompe las lanzas, y quema los carros en el fuego”. Él mata y hace vivir, derriba y levanta, todo según el consenso de su voluntad. Dice en Isaías 45.6,7: “Para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo soy Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo soy Jehová, el que hago todo esto”.

Ni los eminentes, ni los ricos, ni los sabios pueden impedir o torcer la voluntad de Dios. Él despacha chasqueados a los doctos y no rinde pleitesía a los aristócratas ni concede privilegio a los ricos sobre los pobres. Hay muchos subterfugios en el corazón humano; pero el consejo del Señor y los pensamientos de su corazón permanecerán a través de todas las generaciones. Cuando Él concede paz, ¿quién puede crear problemas? Y si oculta su rostro, ¿quién puede contemplarlo? Lo que Él derriba no puede ser reconstruido y al que silencie así se queda. Cuando Él se proponga algo, ¿quién se lo estorbará? Y cuando extienda su mano, ¿quién hará que la recoja? No hay por lo tanto manera de impedir a Dios ser soberano ni que actúe como tal. “De quien quiere tiene compasión y al que quiere endurecer, endurece” (Ro 9.18). Él tiene las llaves del infierno y de la muerte: abre, y no hay quien cierre; cierra, y no hay quien abra. Esto puede hacernos ver la insensatez de ponernos en contra de los soberanos designios de Dios; y cuán sabios son aquellos que quietamente y de buen ánimo se someten a su soberana voluntad.

6. Como que Él es Dios, está en posición de vengarse de aquellos que se opongan a su soberanía. Él es sabio de corazón y poderoso en fortaleza; ¿quién podrá endurecerse contra Dios y salir airoso? A esto tiene que responder todo el que intente contender con Él. Y ay del miserable que quiera pelear contra Dios, ¿podrá defender su posición delante de Él? A cualquiera de sus enemigos al que mueva el orgullo, el Señor le mostrará que está por encima de ellos. Vendrán a ser como la paja en el viento, o como grasa de carneros; el fuego los consumirá y desaparecerán. “Quién pondrá contra mí en batalla espinos y zarzas? Yo los hollaré, los quemaré a una” (Isaías 27.4).

27 ago 2008

Documental: El Código Secreto de la Biblia

Hace años leí el libro de Grant R. Jeffrey "La Firma de Dios" sobre este tema y me pareció sorprendente que la biblia tuviera oculto un código y que este probara con mayor fuerza su inspiración divina.

Les dejo este dcumental que alguien compartió en el foro www.dcristo.net



El Código Secreto de la Biblia


21 jul 2008

Reseña del Avivamiento Wesleyano


Encontré este texto en el sitio de la Iglesia Metodista de Argentina, Recomiento mucho su lectura, para los que quieren saber más sobre el avivamiento metodista o wesleyano.

http://www.iglesiametodista.org.ar/principal/asociadas/avivam.pdf

12 jun 2008

Serie La Trinidad: Refutando el Bautismo Unicitario

Debido a un falso argumento de un unicitario vertido en el BLOG respecto a la historicidad de la doctrina de la trinidad, añadiré al anterior estudio sobre las citas históricas trinitarias, varios estudios encontrados en el sitio http://www.recursosevangelicos.com refutando la doctrina de los unicitarios, tambien conocidos, como modalistas, sabelianos, "solo jesús" o pentecostales unicitarios "apostolicos



Bautismo "en el nombre de Jesús"
por Danny Pisoni

Introducción:

A lo largo de la historia se han suscitado en varias oportunidades una serie de controversias sobre el sentido de la expresión del bautismo "en nombre de Jesús", y éstas han ocupado varias páginas en los comentarios bíblicos sobre la forma del bautismo en la iglesia primitiva.

No tienen estas breves apostillas la intención de ser dogmáticas, ni agotar el tema. Justamente porque no es éste un problema de nueva data, y desde hace mucho se ha discutido sobre ello, es que hay una imposibilidad material de abarcar todas la ideas e interpretaciones al respecto.

Sólo hemos intentado resumir brevemente las ideas principales que intentan explicar esta aparente contradicción entre el mandato que el Señor da en Mateo 28:19 con la del texto que encontramos en Hechos 2:38 y que algunos grupos utilizan no ya como forma litúrgica sino como apoyo a interpretaciones heterodoxas opuestas a la formulación de la mayoría de las iglesias trinitarias, que es : "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ".

Lo que dice el texto bíblico.

En primera instancia acerquémonos al texto bíblico y veamos algunos ejemplos:

El Señor en Mateo 28:19:
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; .."

Pedro en Hechos 2:38:
"Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo."

En Hechos 8:16 encontramos a los samaritanos convertidos bajo el ministerio de Felipe:
"porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús."

Pedro y los gentiles en casa de Cornelio ; Hechos 10:48 :
"Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días."

Aún los discípulos que Pablo encuentra en Efeso.Hechos 19:5 :
"Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. "

Testimonios de la Iglesia primitiva.

En segundo lugar veamos los testimonios que nos llegan de la iglesia primitiva de los primeros siglos, sobre la forma en que realizaban los bautismos.

Contra la afirmación de que el bautismo se administraba en el Nombre de Jesús hasta el siglo II, citamos el testimonio de la Didakhé , que suele aceptarse como originaria del primer siglo y que contiene una serie de recomendaciones, e instruye decididamente el bautismo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

"En lo que se refiere al bautismo, tenéis que bautizar así: Habiendo dicho todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíirtu Santo, en agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente. Si no tienes ni una ni otra, derrama agua sobre la cabeza tres veces, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espírirtu Santo.."

Justino (100-165) en su obra Apología propone :

"A cuantos se convencen y aceptan por la fe que es verdad lo que nosotros enseñamos y decimos y prometen ser capaces de vivir según ello..los llevamos a un lugar donde haya agua y se someten al baño por el agua en el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, y en el de nuestro Salvador Jesucristo y en el del Espíritu Santo."

También lo afirma claramente Tertuliano (160-220) que dirá en su escrito De Baptismo :

"(hablando del bautismo)..la fe impetra en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Porque si cualquier declaración queda establecida con tres testigos, mucho más lo será el don de Dios.Respecto a esta bendición tenemos como jueces de la fe los mismos que nos han prometido la salvación, y el número de estos nombres divinos es suficiente para que en nuestra esperanza estemos confiados."

Bastaría citar a Atanasio (296-373) en "Contra Arriano", cuando habla del bautismo:

"Los arrianos confieren el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo; pero ellos no expresan al verdadero Padre, ya que niegan al que procede de él y es semejante a él en sustancia; y niegan también al verdadero Hijo, pues mencionan a otro creado de la nada, que ellos se han inventado.El rito que ellos administran ha de ser totalmente vacío y estéril, y aunque mantenga la apariencia es en realidad inútil.Porque ellos no bautizan realmente en el Padre y en el Hijo, sino en el Creador y en la criatura, en el Hacedor y en su obra.Pero siendo la criatura otra cosa distinta del Hijo, el bautismo que ellos pretender administrar es distinto del bautismo verdadero, por más que profesen nombrar al Padre y al Hijo de acuerdo con la Escritura.No basta para administrar el bautismo decir: "Oh,Señor! , sino que hay que tener al mismo tiempo la recta fe. Y esta fue la razón por la que nuestro Salvador no mandó simplemente a bautizar, sino que dijo primero :"Enseñad" y sólo luego :"Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo..."

A su vez , Ambrosio (339-397) señalaba, que el Nombre estaba implicando igualmente a toda la Trinidad.

Aclarando las aparentes contradicciones.

Las dificultades para dar una explicación satisfactoria a esta aparente contradictoria forma "en el nombre de Jesús" solamente, son frecuentes ; por ello debemos avenirnos a los datos que podemos extraer del Nuevo Testamento que dan evidencias concretas y aclaran algunos aspectos.

Es interesante de observar que de la información hallada en el texto bíblico algunos autores como David Stanley aventuran la hipótesis que son las palabras pronunciadas por el bautizado la clave y no se debe buscar a ésta en la expresión del servidor que bautiza.

Su razonamiento lo lleva a considerar no la utilización del Nombre de Jesús como fórmula por el que administra el bautismo, sino como invocación del bautizado.

Para ello recurre a las palabras de Ananías , cuando se dirige a Saulo todavía ciego luego de su conversión, en Hechos 22:16.

"Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre."

Para ilustrarnos sobre el particular veamos lo que F.F. Bruce afirma :

"El bautismo es el signo externo y visible del arrepentimiento y la fe. En la era apostólica el signo externo estaba en general tan inmediatamente asociado con la gracia interior y espiritual que se podía hablar de ambos como partes componentes de una única experiencia, o por una especie de metonimia, lo que era estrictamente cierto de una podía predicarse de la otra."

En Hechos 22:16, Bruce observa:

"Pablo, siendo un hombre inteligente, sabría que la aplicación externa de agua a su cuerpo no podría, en sí misma, quitar sus pecados; entendería que su bautismo en agua era la señal externa y visible de su purificación del pecado, interior y espiritual , por la gracia de Dios, una purificación que hizo propia por la fe."

Según esta hipótesis de Stanley en esta instrucción que Ananías da a Saulo, se ve claramente que quien hacía la invocación del Nombre de Jesús era el neófito, pero que el bautismo se hacía en "nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" de acuerdo al mandato del Señor Jesús en Mateo 28:19.

Sobre Hechos 2:38.

Comúnmente la opinión que sobre este pasaje tienen los expertos en el Texto Sagrado es que la traducción de dicho pasaje se malogra con la expresión de las preposiciones griegas epi y eis por "en" y "para". Si en su lugar colocáramos otra traducción posible las cuales son: "sobre" y "a" o "hacia" la comprensión del texto cobraría mayor sentido y claridad. Estas últimas traducciones son aceptadas por muchos eruditos de prestigio que la consideran sensiblemente superior.

Otra interesante, aunque diferente idea sobre este pasaje la da el Dr.James W.Dale que en : " Christic and Patristic Baptism" entiende que este versículo se refiere fundamentalmente al igual que el vers.41 al bautismo interior del Espíritu Santo.

Pero volviendo al carácter esencial de lo dicho por Pedro en esta ocasión, no debemos ignorar el fundamento mismo del acto al que exhorta a sus creyentes, que es Jesucristo.

Del mismo contexto, podemos entender que la experiencia de tipo personal a las que los está invitando, tiene como primera etapa el "creer" en Jesús como salvador personal, de allí el venir con arrepentimiento al que los llama Pedro. El acto de "creer en el nombre" como sostienen con idéntico sentido Juan 3:18, o 1 Juan 3:23, es individual e íntimo pero con una manifestación simbólica que expresa entrega al Señor Jesús, revelado como tal.

Finalmente una explicación posible que nos da F.Lacueva sobre esta expresión , es la siguiente :

" Debemos tener en cuenta que que, sólo injertados en Cristo, es como pasamos a formar parte de la familia divina (Rom.6:3 ss)."

Es justo también mencionar las observaciones existentes sobre que Pedro en Hechos 2:38 no estaba en el acto mismo del bautismo, sino que estas palabras están recogidas de su discurso ante la multitud . Según este pensamiento no podemos deducir las palabras que se usaban al momento del bautismo, al menos de este texto o de sus similares en el mismo libro de los Hechos.

En el Nombre de Jesús.

¿ Qué se entendía en la iglesia primitiva por la expresión " el Nombre de Jesús " ?

De acuerdo al libro de los Hechos (Hch 4:17-8; 5:28) esta relación que se establecía entre Jesús y el término "Nombre" era fuertemente preocupante para las autoridades judías que prohiben y amenazan a los discípulos para que no sigan enseñando de esa forma; no era casual su preocupación, ellos mejor que otros comprendían claramente esta relación.

En primera instancia la expresión :"en el Nombre de Jesús" estaba indicando que la persona que se estaba bautizando se veía a si misma como fiel representante del Jesús exaltado y que entendía su bautismo como un acto de entrega al Salvador.

Esta situación es también reflejada en la epístola que Pablo le dirije a los Corintios en los momentos que ciertos partidismos amenazaban a la congregación.1 Cor. 1:13.

"¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? "

Esta formulación es probablemente en el mismo sentido que la contabilidad de esa época en donde significaba "a cuenta de".El bautismo se consideraba como un contrato de transferencia , un acto por el cual el que se bautizaba se entregaba para constituirse en propiedad o discípulo de aquel que se nombraba.

La invocación del Nombre de Jesús que hacía la persona que estaba por pasar por las aguas del bautismo era la exteriorización verbal de su voluntad de convertirse en un seguidor fiel de Cristo, una declaración que evidenciaba su fe en el valor redentor del perfecto y único sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.

Por ello Pablo en 1 Cor.1:13 pregunta irónicamente "a quien invocásteis" en el momento del bautismo, recordándoles que son todos ellos seguidores de Cristo, salvados por un único Redentor y cubiertos por la misma Sangre y que por lo tanto no hay lugar para divisiones ni contiendas,pues había muchas personas que actuaban como si fueran discípulos bautizados en el nombre de Apolos, Pablo o Cefas.

La invocación se aclara en el contexto de Romanos 10:12-13.

" Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo."

Aún podríamos relacionar en este contexto del libro de los Hechos al capítulo 2 de Joel , en especial el vers.32.

"2:32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado. "

En Filipenses 2:9-11 encontramos un himno que cantaba en la iglesia por aquellos tiempos:

" Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre."

Refiriendose no sólo al santo nombre de Jesús, sino al nuevo nombre de Kyrios , que se da al Cristo exaltado a la diestra del Dios Padre.Observar Hebreos 1:3-4.

" el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos."

El Iesous Kyrios era un credo en sí mismo, una aclamación popular que resumía la fe en la divinidad de Cristo. Cuando encontramos en el libro de los Hechos esta expresión , vemos la centralidad de esta verdad formulada pública y popularmente.

Varios ejemplos encontramos en Hechos 2:21, 3:6, 4:12, etc.

Refrendado esto por Pablo en Romanos 10:8-10.

"Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."

Hasta aquí podríamos inferir una línea posible y lógica de desarrollo que nos diría que la referencia al Nombre de Jesús, la hacía el candidato acompañando el acto de fe que iba a ser realizado. Es interesante de observar siguiendo esta idea, que nos encontramos con que el bautismo era administrado a adultos conscientes y confesantes, que daban testimonio externo de una realidad interna. Sin embargo, si divergimos por la vertiente del bautismo a infantes, veremos que el papel del administrador de la ordenanza cobra especial interés y su declaración queda como dominante en el acto del bautismo. Pero sin entrar en esta materia y volviendo al texto de Hechos 2:38 y otros similares, vemos que la referencia necesariamente tiene que ser a adultos, en razón que los insta a un acto volitivo propio e intransferible.

Pero nada de esto invalida que desde el comienzo la administración del bautismo se hiciera bajo la formula trinitaria como nos atestigua la Didakhé.

La autoridad del Nombre.

Aunque sin mayores fundamentos , Tomás de Aquino en Summa Teológica pensaba que en los primeros tiempos de la Iglesia primitiva el bautismo se administraba en esta forma, ya por una revelación especial o dispensa con el fin de aumentar la devoción al Santo Nombre.

Es menester aclarar que en el contexto hebreo "Nombre " está implicando autoridad y posición jurídica.Por lo tanto en el pensamiento semítico la referencia al Nombre no es menor, pues está expresando autoridad .

Algunos historiadores refieren:

"En el Antiguo Testamento, el nombre ("shem") era una circunlocución para referirse al mismo Dios (Dt 12, 11 y 21; 14, 23 ss; 16, 2 y 11; 26, 2; Ne 1, 9; Sal 74, 7; Is 18, 7; Je 3, 17; 7, 10-14 y 30). En Filón, el "Nombre" es una de las denominaciones del "logos" (De Conf. Ling. 146). Finalmente, en el judaísmo aparecía - y el uso se ha perpetuado hasta el día de hoy - como una circunlocución de Yahveh, palabra que se omitía por respeto. Venía a ser así un equivalente de "kyrios" o "mar" con las connotaciones de divinidad que ya hemos visto al estudiar ese título."

Vemos en Juan 17:11 un fiel reflejo de la figura del Antiguo Testamento, donde destaca el nombre de Dios como una torre fuerte (Prov.18:10) que da seguridad.

1 Corintios 6:11 habla de los cristianos justificados "en el nombre", y está significando que el nombre es representativo de la naturaleza inmutable de Jesús, síntesis perfecta de lo que es y de lo que ha hecho, y por lo tanto posesión segura y garantida de todas las bendiciones , misericordias y gracias que el mismo encierra.

Encontramos también al apóstol Pablo hacer una exhortación muy clara en Colosenses 3:17, donde establece que todo en la vida del cristiano se debe enmarcar en la dependencia de la autoridad de Jesucristo.

Hechos 2:38 se refiere a que la persona sea bautizada "bajo la autoridad que hay en el nombre de Jesucristo ". Pedro enfatiza aquí de donde proviene la autoridad de este bautismo, que la persona debía bautizarse con la autoridad que posee Su Nombre(el de Jesús) y ergo, la autoridad era dada por Jesús.

Esto mismo afirma el Diccionario Expositivo Vine, tomando como ejemplo Hec.8;16 al referir que el vocablo "nombre" puede ser aplicado en reconocimiento a la autoridad de Cristo.

El texto aquí está tocando el tema de la autoridad de Cristo (versículo 18). Parece claro que, por el contexto, lo que se expresa es que debemos ir, enseñar, y bautizar con la autoridad dada por la Trinidad; de allí "en el nombre". Hay otros textos (2 Cor.5:20 o Ef.6:20) que avalan esta posición y que identifican al cristiano como embajador, es decir alguien que actúa "en el nombre de".

Hechos 4:7-10. Nos da la exacta perspectiva de esto. En el versículo siete preguntan a los apóstoles: "¿Con qué potestad o en qué nombre ? ". Vemos a partir de ello la relevancia del nombre como autoridad. Y Pedro responde declarando que por nombre o autoridad de Jesucristo el hombre fue sanado.

Otros ejemplos similares los encontramos en Lucas 10:17, cuando retornan los setenta diciendo: "Señor aún los demonios se nos sujetan en tu nombre."

Asi mismo en la curación del cojo en Hechos 3:6: "Pero Pedro le dijo: No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!". Aquí vemos a Pedro declarando la autoridad de Cristo.

En Hechos 16:18 encontramos lo mismo en cuanto a la expulsión de un demonio: " Y esto lo hacía por muchos días; más desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora". Pablo dio la orden en la autoridad de Jesús.

Todos estos textos (y otros) declaran la autoridad de Jesús.Por lo tanto no es extraño asimilar que cuando Pedro habla del bautismo en el nombre de Jesús, está significando la autoridad de Jesús relativa a Mateo 28:19-20.

Volvemos a Justino quién vivió a comienzos del siglo II , en su obra ya citada de Apología , donde dice, en referencia a esto:

"..estando él en el agua (el candidato) se invoca el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, el único nombre que invoca el que conduce a este lavatorio al que ha de ser bautizado..Este baño se llama iluminación, para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas. Y el que es así iluminado, se lava también en el nombre de Jesucristo, el que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que nos anunció previamente por los profetas todo lo que se refiere a Jesús."

Ha habido reparos a esto , como por ejemplo en la obra " Der Chatechismus der Urchristenheit " de Seeberg, dirá que dado que la recepción del Espíritu acontecía luego del bautismo no habría sido posible una confesión del Espíritu previa al bautismo.

La refutación a esta idea tiene varias vertientes (no entraremos en detalle sobre esta idea y la daremos por aceptable sólo precariamente ) : la primera de ella tiene que ver con que Mateo 28:19 es un sumario de las últimas enseñanzas que nos deja Jesús y que Mateo incluye en una relación con el bautismo y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En segundo lugar, si la persona esperaba a posteriori del bautismo la inmediata recepción del Espíritu, es de suponer que en el acto hubiera referencia al Espíritu.

También vemos como testimonio irrefutable que la fórmula triádica tiene sus raíces en las palabras de Jesús, de acuerdo a Mateo (y también a su manera en Lucas) en la clara instrucción que deja a sus discípulos.

Por ello se suele entender que el bautismo en el nombre de Jesús refiere a la autoridad de Jesús. Y como es bien claro lo que Jesús mandó fue : en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19).

Continuando con las afirmaciones de Reinhold Seeberg podríamos añadir que encontramos en la formulación bautismal trinitaria la base del Credo Apostólico, el más antiguo y breve, aunque sea imposible reconstruir todos los detalles y exactitud de la forma original.

Conclusión.

Indudablemente vemos que la glorificación de Jesús en la iglesia primitiva y el reconocimiento de su autoridad en la cual se actuaba, (como es el caso que nos ocupa en los bautismos que se llevaban a cabo en ese tiempo), tenían un lugar central.

Por todo ello se requería del candidato una profesión de fe en la divinidad del Señor Jesús , en el caso de la invocación , y de allí la expresión: "bautismo en el Nombre de Jesús ". Al mismo tiempo la misma expresión está denotando la autoridad del Señor Jesus , pero esto no reemplazaba , ni anulaba la práctica de la forma trinitaria pronunciada por el servidor al momento del bautismo que era: "En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" conforme a lo indicado por el Señor en Mateo 28:19.

La distinción (sin perjuicio de lo anteriormente comentado) entre los textos citados, fundamentalmente Mateo 28:19 y Hechos 2:38 , quizá pueda establecerse que en el primero de ellos encontramos recalcada la naturaleza misma de la Divinidad, un Dios Trino con su bendición y propósito hacia el creyente, mientras que la segunda escritura, nos da en su contexto el destacar que esos bienes sólo son asequibles por medio de Jesucristo, nuestro Salvador y Eterno Dios.

Danny Pisoni

Bibliografía:

  1. "Santa Biblia Antigua Versión Reina-Valera". Sociedades Bíblicas. Rev.1960
  2. " Vine's" Complete Expository Dictionary. Vine, Unger, White.Ed T.Nelson. 1985
  3. "Nuevo Diccionario Bíblico". J.D.Douglas ,N.Hillyer. Ed.Certeza.1991
  4. "Teología Sistemática."(T.1) Lewis Chafer.Publicaciones Españolas.
  5. "Manual de Historia de las Doctrinas (T1)".Reinhold Seeberg. Ed.Casa Bautista Public.
  6. "Comentario Bíblico de Matthew Henry" Trad.F.Lacueva.Clie1999.
  7. "Los Padres de la Iglesia." J. Vives.Ed.Herder.1982
  8. "Historia de la Iglesia Primitiva (s.1-787)" .Harry Boer.Ed.UNILIT.2001
  9. "La Iglesia Apostólica en el Nuevo Testamento ".David M.Stanley, Ed.Sal T.1968

7 jun 2008

Serie La Trinidad: Citas Trinitarias Primitivas

El siguiente texto lo he tomado del MINISTERIO DE APOLOGETICA E INVESTIGACION CRISTIANA, Hace un rato platicaba con un amigo sobre el unitarismo, particularmente la vertiente modalista o unicitaria.

Creo que es muy necesario conocer la historia de la Iglesia para poder refutar esta herejía entre otras que agreden a la doctrina de la Trinidad que encontramos en la BIBLIA, por ello con el permiso que otorga la pagina de CARM de copiar el material libremente, coloco esto acá.


Citas Trinitarias Primitivas

Existen grupos sectarios, como los Testigos de Jehová, el Camino Internacional, los Cristadelfos y otros, que niegan la Trinidad y afirman que la doctrina no fue mencionada hasta después del tiempo del Concilio de Nicea (325 d.C.). Este concilio, primero ecuménico, "fue convocado por el emperador Constantino para tratar el error del arianismo [vea la pág. 47] , el cual amenazaba la unidad de la Iglesia cristiana."

Las siguientes citas muestran que la doctrina de la Trinidad de hecho estaba vigente y generalizada mucho antes del concilio de Nicea.

Policarpo (70-155/160). Obispo de Esmirna, discípulo del Apóstol Juan.
"Señor Dios omnipotente: Padre de tu amado y bendecido siervo Jesucristo ... Yo te bendigo, porque me tuviste por digno de esta hora, a fin de tomar parte ... en la incorrupción del Espíritu Santo... Tú, el infalible y verdadero Dios. Por lo tanto, yo te alabo ... por mediación del eterno y celeste Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu siervo amado, por el cual sea gloria a Ti con el Espíritu Santo, ahora y en los siglos por venir" (Martirio de San Policarpo, 14:1-3, en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apostólicos, p. 682).

Ignacio de Antioquía (aprox. 35-107). Obispo de Antioquía. En su camino al martirio, escribió varias cartas en defensa de la fe cristiana.
"sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas a las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, haciendo veces de cuerda el Espíritu Santo." (Carta a los Efesios, 9: 1; Ruiz Bueno, o.c., pág. 452-453).
"La verdad es que nuestro Dios Jesús, el Ungido, fue llevado por María en su seno conforme a la dispensación de Dios [Padre]; del linaje, cierto, de David; por obra, empero, del Espíritu Santo." (Carta a los Efesios, 17:2; Ruiz Bueno, Padres Apostólicos, pág. 457).

Justino Mártir (aprox. 100-165). Fue un maestro, apologista y mártir, discípulo de Policarpo.
"A El [el "Dios verdaderísimo"] y al Hijo, que de El vino y nos enseñó todo esto ... y al Espíritu profético, le damos culto y adoramos, honrándolos con razón y verdad" (Primera Apología 6: 2; en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apologetas Griegos, pág. 187)
"entonces toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo." ( Primera Apología 61:3; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, pág. 250).

Ireneo (115-190). Originario de Asia Menor, de niño fue discípulo de Policarpo. Llegó a ser obispo de Lyon, en las Galias. Fue el principal teólogo del segundo siglo.
"La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta lo último de la tierra, ha recibido de los apóstoles y sus discípulos esta fe: ... un Dios, el Padre Omnipotente, hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todas las cosas que en ellos hay; y en un Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, quien proclamó por medio de los profetas las dispensaciones de Dios y los advenimientos y el nacimiento de una virgen, y la pasión, y la resurrección de entre los muertos, y la ascensión al cielo, en la carne, del amadísimo Jesucristo, nuestro Señor, y Su manifestación desde elcielo en la gloria del Padre, a fin de ‘reunir en uno todas las cosas’, y para resucitar renovada toda carne de la entera raza humana, para que ante Jesucristo, nuestro Señor, y Dios , y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre invisible, ‘se doble toda rodilla, de las cosas en los cielos, y las cosas en la tierra, y las cosas debajo de la tierra, y que toda lengua le confiese, y que El ejecute un justo juicio sobre todos..." (Contra todas las herejías, I, 10:1; en Ante-Nicene Fathers vol. 1).

Teófilo de Antioquía (Segunda mitad del siglo II). Obispo de Antioquía y apologista. Presentó la doctrina cristiana a los paganos. Es el primero en utilizar el término "Trinidad" (griego, trias).
"Igualmente también los tres días que preceden a la creación de los luminares son símbolos de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría [el Espíritu]" (Tres libros a Autólico II:15; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, pág. 805).

Atenágoras de Atenas ( Segunda mitad del siglo II). Defensor de la fe cristiana. Dirigió una "Legación" o defensa de los cristianos al emperador Marco Aurelio y su hijo Cómodo, hacia 177.
"¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?" (Legación a favor de los cristianos, 10; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, pág. 661)

Tertuliano de Cartago (160-215). Apologista y teólogo africano. De profesión abogado, escribió elocuentemente en defensa del cristianismo.
"Definimos que existen dos, el Padre y el Hijo, y tres con el Espíritu Santo, y este número está dado por el modelo de la salvación ... [el cual] trae unidad en trinidad, interrelacionando los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos son tres, no en dignidad, sino en grado; no ensustancia sino en forma; no en poder, sino en clase. Ellos son de una sustancia y poder, porque hay un Dios de quien estos grados, formas y clases se muestran en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo." (Contra Praxíteles, 23; PL 2.156-7).

Orígenes (aprox. 185-254). Teólogo de Alejandría, crítico y exegeta bíbico, teólogo, prolífico autor. Discípulo de Clemente de Alejandría.
"Si alguno dijese que el Verbo de Dios o la Sabiduría de Dios tuvieron un comienzo, advirtámosle no sea que dirija su impiedad también contra el ingénito Padre, ya que negaría que El fue siempre Padre y que El ha engendrado siempre al Verbo, y que siempre tuvo sabiduría en todos los tiempos previos o edades, o cualquier cosa que pueda imaginarse previamente. No puede haber título más antiguo del Dios omnipotente que el de Padre, y es a través del Hijo que El es Padre. " (Sobre los principios 1.2.; Patrologia Graeca 11.132).
"Pues si este fuera el caso [que el Espíritu Santo no fuese eternamente como El es, y hubiese recbido conocimiento en algún momento y entonces llegado a ser el Espíritu Santo] el Espíritu Santo nunca hubiese sido reconocido en la unidad de la Trinidad, es decir, junto con los inmutables Padre e Hijo, a menos que El siempre hubiese sido el Espíritu Santo... De todos modos, parece apropiado inquirir cuál es la razón por la cual quien es regenerado por Dios para salvación tiene que ver tanto con el Padre y el Hijo como con el Espíritu Santo, y no obtiene la salvación sino con la cooperación de toda la Trinidad; y por qué es imposible tener parte con el Padre y el Hijo, sin el Espíritu Santo" (Sobre los principios I, 3:4-5, en Alexander Roberts and James Donaldson, eds., The Ante-Nicene Fathers, Grand Rapids: Eerdmans, Reimpr. 1989, Vol. 4, pág. 253).
"Más aún, nada en la Trinidad puede ser llamado mayor o menor, ya que la fuente de la divinidad sola contiene todas las cosas por Su palabra y razón, y por el Espíritu de Su boca santifica todas las cosas dignas de ser santificadas... Habiendo hecho estas declaraciones concernientes a la Unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, retornemos al orden en el cual comenzamos la discusión. Dios el Padre otorga, ante todo, la existencia; y la participación en Cristo, considerando que Su ser es la palabra de la razón, los torna seres racionales ... [y] es la gracia del Espíritu Santo presente por la cual aquellos seres que no son santos por esencia, pueden ser tornados santos por participar de ella" (Sobre los principios I, 3: 7-8, en Roberts and Donaldson, pág. 255).

Si es cierto, como sostienen los antitrinitarios, que la Trinidad no es una doctrina bíblica ni fue nunca enseñada hasta el Concilio de Nicea en 325, ¿por qué existen estos textos? La respuesta es simple: La Trinidad sí es una doctrina bíblica y sí se enseñó antes del Concilio de Nicea. Podría agregarse que el Concilio de Nicea no hizo más que poner en claro, de manera consensada, lo que ya era, hace tiempo, la doctrina ortodoxa enseñada y aceptada por los cristianos.
En parte, el hecho de que la doctrina de la Trinidad no hubiese sido "oficialmente" enseñada hasta el tiempo de Nicea, se debe a que el cristianismo era ilegal hasta poco antes del Concilio. En realidad no era posible que los grupos cristianos se reuniesen oficialmente para discutir la doctrina. La mayor parte , y por buenas razones, temía hacer declaraciones públicas concernientes a su fe.

Por lo demás, si alguien hubiese atacado la persona de Adán, probablemente la Iglesia primitiva hubiese respondido con la doctrina ortodoxa sobre quién fue Adán. Lo que ocurrió fue que se atacó la persona de Cristo. Cuando la Iglesia defendió la divinidad de Jesucristo, ello contribuyó a definir más claramente la doctrina de la Trinidad. Como se evidencia de las citas transcriptas más arriba, la Iglesia primitiva creía en la Trinidad, y no era realmente necesario efectuar declaraciones oficiales. No fue sino hasta que se introdujeron errores que los concilios comenzaron a reunirse para tratar de la Trinidad, como también sobre otras doctrinas que fueron atacadas.

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